A mediados de 1995, con el apoyo de destacados publicistas, sociólogos y psicólogos, se elaboró una propuesta comunicacional denominada “Campaña por la Vida Buena”. Hacia mediados de 1996, comenzaron a aparecer diversos spots que promovían actitudes de bien público, utilizando la más avanzada tecnología audiovisual. «El Ogro y el Pollito», dos personajes de la campaña, eran muñecos robotizados intensamente humanos, que mostraban situaciones cotidianas donde estaban en juego los valores. Se logró que medios televisivos y algunas empresas donaran espacios gratuitamente durante aproximadamente 6 meses. El diseño de esta primera campaña fue de Eugenio García y la propuesta de personajes, de Raúl Menjibar; la producción estuvo a cargo de Andrés Wood y su productora.